La necesidad de conocer y reconocer la Historia, no se impone simplemente como un elemento más del desarrollo del saber útil, sino como parte del desafío que se enfrenta en época de crisis y de cambios, ya que como consecuencia de todo ello, aparecen las incertidumbres entre la población más joven, que tiene aún, mucho que aprender de su pasado. El conocimiento del pasado histórico no sólo nos une sino nos permitirá proyectarnos en el porvenir sin renunciar a lo propio. Las referencias teóricas en las cuales tienen que afincarse la enseñanza de la Historia, deben corresponder al desarrollo científico para que pueda responder no sólo al saber hacer sino al ser. En otras palabras, no basta hoy con conocer las tradiciones patrióticas ni repetir como propias las mejores ideas de progreso que nos han antecedido; se requiere del análisis de la realidad para corroborar los valores universales y determinar la validez de los nuevos valores correspondientes al mundo de hoy. El hombre es un Ser complejo y abierto, por lo tanto, requiere para su comprensión una mirada integral: el hombre es un ser vivo, animal, corpóreo, espiritual, racional, psíquico, social, libre, responsable, ético, etc. En este sentido, sólo una educación que lo reconozca como tal y lo estudie en todas sus dimensiones, podrá ser realmente educativa, y solo una historia que sea capaz de reconstruir su pasado teniendo cuenta estas complejidades podrá crear convicciones. Es esta una de las tareas ideológicas más importantes de este campo del saber. La Historia en este mundo globalizado constituye un ámbito científico profesional de carácter interdisciplinario. En el diseño curricular se ha pretendido aprovechar toda la lógica de un modelo curricular que permita dar solución a problemas profesionales, entendido esta no como producción de nuevas verdades, sino como solución en tanto aparecer de nuevas alternativas, sistematización crítica de los contenidos válidos en el mundo con la creación de espacios para el debate colectivo, elaboración de respuestas reflexivas que finalmente permitan arribar a nuevas hipótesis sobre el conocimiento histórico alcanzado por el hombre hasta nuestros días. El objeto de trabajo del historiador es el desarrollo, sujeto a leyes de la sociedad en sus múltiples variantes concretas. En tal sentido el historiador se desempeñará fundamentalmente como investigador, profesor, asesor, museólogo, analista, entre otras. Para lograrlo, en el transcurso de la carrera se incorporan gradualmente actividades prácticas, instructivas y formativas relativas a los diversos modos de actuación. La carrera está organizada en 12 disciplinas, de las cuales 11 constituyen el currículo base. De ellas 4 son de formación general (Marxismo leninismo, Idioma Inglés, Educación Física y Preparación para la Defensa; 6 son básicas específicas (Historia de Cuba, Historia de América, Historia Universal, Historia General de Asia, África y Medio Oriente, Historia Contemporánea de Europa y Teoría y Metodología de la Historia) y 1 de ejercicio de la profesión (Práctica preprofesional). La disciplina Historia de la Filosofía se integra al plan de estudio en el currículo propio. La carrera tiene previsto la realización de un Trabajo de Diploma como forma de culminación de estudios, que está planificado para ser ejecutado durante el quinto año. A ello contribuye la realización del trabajo de curso en el tercer año de la carrera y el Seminario de investigación.
Licenciado en Historia